Escucho con atención los «alaridos» de las alarmas

En un pequeño local, el sistema de alarma dejó de funcionar y, la explosión inducida por el calentamiento del sistema eléctrico, provocó un incendió que consumió la totalidad de las instalaciones. Sólo quedaron cenizas. Suena trágico, pero la naturaleza también tiene sus alarmas y si no alertan a tiempo las consecuencias pueden ser irreversibles. Cada dispositivo, con un diseño inteligente, cuenta con elementos que respondan a presiones, variaciones, alteraciones, etc., en su funcionamiento. Ante posibles eventos que dispararen el sistema de alarma, ésta actúa con prontitud ante la respuesta esperada que evita que el sistema colapse. No obstante, el aseguramiento y la supervisión continua pueden atenuar las situaciones indeseadas.

En nuestro entorno, nos preguntamos si debemos aguardar por el evento que disparará la alarma general o debemos cruzarnos de brazos y observar como se consume por la contaminación nuestro medio ambiente. A veces las alarmas suenan con muy pocos decibeles y sólo oídos agudos escuchan sus alaridos.

Por ejemplo, en Estados Unidos por el año 1987, con el tristemente famoso barco Mobro 4000, cundió la preocupación por deshacerse de tres mil toneladas de basura que deambulaban por la Costa Este del Pacifico si encontrar un espacio donde depositarlos. Zarpó de Nueva York y vagó por meses, regresando al mismo lugar de donde partió con una pestilente carga que inundo al país. Se llegó a la conclusión que escaseaban los espacios para verter la basura, así que se emprendió una política de huecos abiertos.

Publicado por Colectivo Kadiko

Somos personas preocupadas y ocupadas por el mal trato que a diario le propinamos al medio ambiente.

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